martes, 11 de septiembre de 2007

Simplemente



Ya es de noche y tengo ganas de escribir algo antes de salir a dar una vuelta por el barrio de Sants, acá en Barcelona.

Muchas veces la inspiración artística llega de la mano de un estímulo sensorial, de una persona, de los viejos vicios, de noches en vela, de un trabajo exhaustivo, de la pérdida de cordura, de lograr una gran meta, de un sueño inimaginable, de la infantil imaginación, del odio, del amor, del miedo, de la alegría, de la tristeza, de la veneración y hasta de la humillación.

Pero otras veces, simplemente, de forma suave y cortante, no llega.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una vez en Barcelona me hice amigo de la inspiración. Me acompañaba por la rambla y dirigia mis miradas acá y allá. Esa cara es una foto, aquel figurante una portada, la vieja tienda de instrumentos una historia, este paseo una canción... Luego se perdía en el metro, en el enlace de la linea 3 y la linea 1 y me dejaba a medias, como diciendo "a partir de aquí tú solo". Y mi cabeza daba vueltas, desorientada por la gente, tratando de retener cualquier atisbo de iluminación reciente. Un dibujo apresurado, un compás de música tatareada, una frase acabada en puntos suspensivos... eran las huellas que me dejaba como pistas para volver a reencontrarnos algún día. Como si fuera seguro que volvieramos a encontrarnos, como si me quisiera lo mismo que yo a ella...